Joaquín de Churriguera concibió un edificio que sigue el esquema de alcázar torreado, es de planta rectangular con torreones en los ángulos, aunque los torreones traseros en este caso se sitúan en los laterales para acoger uno la escalera monumental y otro el crucero de la capilla. Tambien es obra suya la fachada barroca. Tiene una escenogáfica escalinata muy del gusto barroco, la portada está enmarcada por ángeles portadores de banderolas con escudo de la orden, sobre el dintel el escudo de la orden y sobre este una hornacina con San Raimundo de Fitero, fundador de la orden. Remata con una peineta con el escudo de Felipe V.
En el interior, obra de Jerónimo García de Quiñones, destaca la escalera al estilo de la del convento de San Esteban o el colegio de la Compañía. El clasustro y la capilla muestran la frialdad del academicismo neoclásico. Destacar que el retablo pétreo de la capilla es obra del entonces director de la Academia de San Fernando Pedro Arnal y contenía lienzos de Francisco de Goya encargados por Jovellanos, entre ellos una Inmaculada, desgraciadamente desaparecidos durante la invasión francesa. En 1790 se inaugura la capilla y concluyen las obras.